Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento

Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

7 años antes de aquel trágico accidente…

Casualidad o destino. Ellos chocaron a golpes con prisa de tacón y aquella guitarra que era un amuleto para él y acabaría siendo un talismán para ambos.

Aquel día de primavera cambió sus vidas por completo…

¿Es tan difícil querer a alguien tal y como es y no como nos gustaría que fuese?

Mía no escuchó el despertador aquella mañana. La noche anterior se le había ido de las manos.

Esos domingos de cañas bajo el sol tenían mucho peligro, pero a ella le fascinaba el riesgo de improvisar. Nunca ponía hora límite para volver a casa, se dejaba llevar por las circunstancias.

De un salto al mirar el reloj y ver lo tarde que llegaba a trabajar. Salió de la cama que le había mantenido atrapada un par de horas más de la cuenta…

Se lavó la cara tan rápido como le fue posible para despegar el rimmel y el carmín que ya no dibujaba la silueta de sus labios, sino los restos de las bocas ajenas a las que había besado el día anterior.

A sus 29 años Mía era un alma libre. No creía en el amor más allá del que veía los domingos en las películas románticas mientras devoraba tabletas de chocolate y pizza. Además de aquel amor que vivía en su imaginación.

Unos jeans de pitillo, una blusa semitransparente y su pelo desarreglado para romper la elegancia de sus taconazos. Salió de casa tan rápido como le fue posible para ir a trabajar.

John se despertó entusiasmado aquella mañana, había dejado su grupo para empezar a lanzar su carrera en solitario. Odiaba las palmaditas en la espalda y los postureos para impresionar.

Él no quería dinero a golpe de escoria musical, él creía en el arte de sus acordes, en hacerle el amor a su guitarra eléctrica hasta que ella demostrase la sensualidad con su sonido. Mientras le estimulaba tocarla sin cesar.

Esa mañana él había quedado para ir a mirar un par de locales de ensayo. Salió de casa con un aire pausado y bastante distraído pensando en cómo sería su vida desde ese momento.

Huelga de transporte en la ciudad… ¡Putada perfecta!

John vivía en la periferia de los Ángeles, esto podía suponer un holocausto caníbal para encontrar un jodido taxi libre.

Pero aquel día no pensaba enfadarse de ningún modo, así que siguió caminando unos metros bajo aquel sol primaveral.

Se paró en seco para buscar el zippo que había metido en su chupa de cuero y se armó el desastre… (O no quien sabe).

Mía corriendo con sus taconazos desesperada por encontrar un taxi, ya que cada vez llegaba más tarde al trabajo. Chocó con John por ir mirando hacia la carretera en busca de un maldito taxi que le llevase a trabajar.

Ella derramó su café por toda la funda de la guitarra de John.

Entre las fragancias de ambos, el café ardiendo en la funda la guitarra eléctrica y sus miradas chocando por primera vez…

Se creó un ambiente con una tensión desaliñada y un aroma un tanto peculiar.

—¡Oh dios! Perdona, iba tan rápido que no he podido… —Dijo la tremenda fémina.

—Tranquila, a unos 34 metros en línea recta hay una gasolinera. —Dijo con voz serena John.

Los temblores bucales de ella se volvieron más robustos y superficiales, las pupilas se transformaban en cuencos vacíos para introducir las posibles opciones que encajaban con una estación de servicio. Durante y exactamente cuatro segundos, los ojos de esta no se despegaron del labio superior del hombre, perfilados como la aguja de la mejor costurera de toda París. Sin predecir lo que John iba a rociar, no pudo ver venir lo que él verbalizó después. Una jugada ingeniosa, solo producida por una persona acostumbrada a manejar sostenidos y meter bemoles en escotes y braguetas.

—Lo mejor será que compre un poco de combustible, así taparé de un plumazo el olor de tu cuello, el de la viruta del interior de la guitarra y me sirve también para quitar el aroma de dentista. Bueno, se supone que ya debería de haber entrado por la puerta. —Soltó el músico.

—Jajajaja, perdona que me eche a reír, pero es la cosa más ingeniosa que he escuchado. —Sorprendió Mía con una trivial sonrisa.

—Me reiría contigo si primero me ayudas a resolver un acertijo. —respondió John levantando únicamente la parte superior de la comisura izquierda.

—¿Cuál es? —Le contestó ella con la mandíbula desencajada.

—¿Te como la boca a bocajarro o prefieres acompañarme a la gasolinera, nos rociamos los dos con líquido inflamable y le decimos al mundo “que se joda”?

La lengua de ella se introdujo dentro de la boca masculina, y este fue el primer contacto que la pareja convertida en amantes vitalicio tuvieron.

Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

Ambos acordaron verse 6 horas después en una cafetería del centro sin darse sus números de teléfono, ni saber sus nombres. Lo único que sabían estos amantes era el calentón del deseo por aquel besazo.

Ya en la oficina. Mía tuvo la sensación de que había conocido a John en otra parte, que no era la primera vez que se veían…

No fue un beso más, algo se le removió por dentro en ese momento, y no era no solo ese calor que nos recorre cuando deseamos que además de unos besos a destiempo, te penetren con fuerza hasta quedarte exhausta y satisfecha por completo.

A las 18,53 h de la tarde, casualidad o destino chocaron de nuevo llegando al lugar de encuentro, ella salía de un estanco y él pasaba por la puerta en ese momento, hasta el pequeño golpe que se dieron, no fueron conscientes de que eran ellos.

Sin dudar esta vez, sin mediar palabra se volvieron a besar como si fuesen un par de novios a distancia y llevasen sin verse un par de semanas.

Después ella aprovechando la ocasión, le pidió fuego con su sonrisa descarada que a él ya le había vuelto loco horas atrás.

Les encantaba retarse para sus citas, dar pistas para descubrir sus nombres, ambos tenían mucha imaginación y les fascinaba jugar con el otro.

Desde aquel día hasta aquel maldito accidente que los alejó, no dejaron de besarse en los siguientes seis años…

Fue algo así como un amor a primera sonrisa, cuando ninguno de ellos pretendía enamorarse, la química sexual era más que evidente entre ambos.

Noches en vela disfrutando de sus cuerpos formando un único compás, con las canciones grabadas de John de fondo, para acompañar el sonido de los gemidos y el sudor fusionado de sus cuerpos anestesiados por el placer que se provocaban.

Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

No querían poner una etiqueta a su relación. Ya que las etiquetas eran horribles ataduras.

¿Es tan complicado sentir que puedes ser tú mismo en una relación, sin que eso suponga un drama?

Ellos sentían que tenían la libertad para escapar en cualquier momento, pero siempre preferían quedarse en ese lugar.

Mía en una de las noches locas de chupitos jugando al ¨yo nunca¨, le pidió matrimonio a John con un reloj de esfera azul oscuro que le había comprado.

John jamás se lo recordó en los días siguientes, ya que ella había despertado con bastantes lagunas. Pero desde ese día, Mía era su mujer sin necesidad de firmar ningún papel.

Tenían la máxima confianza en el otro, los celos no formaban parte de sus vidas, a pesar de que John iba algunas noches a locales de alterne para deleitar al público con sus acordes, ella tenía la seguridad absoluta de los sentimientos de John.

Mía jamás dudo de los sentimientos de John, ella era su musa, aunque muchas féminas eran las que se acercasen a él en aquellas noches. Él era un seductor nato y a ella le encantaba eso de él.

Incluso cuando él amenizaba una de las salas con sus canciones, en aquella
agencia de escorts y en más de una ocasión la jefa le propuso darse masajes eróticos de regalo.

Ella tampoco pasaba desapercibida entre aquellos devoradores de piernas largas, no era una chica de revista, ni pretendía serlo.

Mía tenía magia en la mirada cada vez que sonreía o al contar cualquier historia que le pasaba por la mente.

Ella desprendía sensualidad por cada poro de su piel y no era una sorpresa para ella, saber que a más de un hombre lo traía de cabeza.

Ambos estaban locos el uno por el otro y nadie llegaba a la altura de aquel pedestal. Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

Ellos creían en una relación abierta, sin condiciones, simplemente no tenían esa necesidad de ir a buscar fuera lo que ellos ya se aportaban, pero si creían que las relaciones de pareja actuales debían reinventar la sexualidad cuando la rutina los consumía.

El miedo era quien se asustaba al verlos llegar.

Empezaron a vivir juntos muy pronto a pesar de la independencia de ambos, por una de sus locas apuestas.

No se les hizo difícil mezclar barras de carmín, con las púas y cuerdas de la guitarra.

John tocaba la guitarra en la habitación, con la puerta medio abierta porque le encantaba mirar a Mía sacar letra a sus canciones con su voz desafinada, mientras bailaba por todo el piso como si estuviera poseída, pero solo era la felicidad que ella desprendía.

Se tomaban la vida como un juego, porque lo que más importante para ellos, era el otro. Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

El egoísmo no formaba parte de sus vidas, ni los reproches, eran como dos niños amándose con esa inocencia que ya no está de moda en nuestros días.

¿Por qué al principio todo es tan bonito, y después con el tiempo, las personas se empeñan en querer moldear nuestra personalidad?

Les encantaba debatir sobre la vida, bromeaban constantemente, guerras de cosquillas y mordiscos que acababan siempre en orgasmos, suspiros y ese bendito; ¡Fóllame cabrón! que a John tanto le gustaba escuchar de Mía.

Podían irse juntos una noche de copas sin necesitar a nadie más para entretenerse o estar todo un sábado en casa con el cenicero a rebosar de colillas, viendo una película tras otra de zombies.

Mucha gente de su entorno, no se explicaba el amor que ellos se profesaban, como a pesar de los años que llevaban juntos, se querían de ese modo tan incondicional.

Cómo era posible que, en lugar de discutir y gritar sin cesar, uno siempre tuviera la capacidad para hacer de reír al otro en medio de una discusión y calmar la situación. Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

A Mía le encantaba hacer burla a John cuando él estaba enfadado, aunque al principio intentaba mantener la compostura, al final los dos acababan muertos de risa y adiós enfado.

No se podían explicar como ella seguía saliendo con esa ilusión de trabajar para llegar a casa y estar junto a él.

Siempre se apoyaban en todo aquello que el otro quería alcanzar.

Mía daba ideas a John para promocionar sus canciones, para que no desistiese bajo ninguna circunstancia de su sueño.

John escuchaba horas y horas, a Mía leer sus palabras para dar entre ambos la entonación perfecta a los relatos que ella escribía.

Incluso cuando John decidió dejar de ser un cenicero al besar, Mía le ayudó en todo lo que estuvo en su mano, a él le bastaba con saborear el tabaco en los labios de ella cuando se comían la boca sin cesar. 

Ellos mantenían su independencia intacta puesto que la necesitaban, estando juntos no eran capaces de concentrarse en algo más que no fuese ellos mismos.

A Mía le encantaba irse sola a la playa a escribir o a practicar algún deporte, ambos necesitaban tiempo a solas para sus cosas y eso jamás era un impedimento en su relación.

A John le encantaba ir a tocar a los locales de alterne sin que los ojos de Mía estuviesen presentes para no perder la concentración.

Quizá por eso aquella relación con seres tan imperfectos era tan especial, porque se respetaban por encima de todo, y ninguno pretendía cambiar al otro, solo ayudarse cuando alguno caía.

Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

Parece muy difícil, pero en realidad es más sencillo de lo parece, solo basta en querer a las personas tal y como son y no como nos gustaría que fuesen.

Si tu pareja no te gusta tal y como es, simplemente valora si estás con la persona correcta para complementar tus días.

No castigues a las personas por como son o te empeñes en querer cambiarlas a tu gusto. Es tan simple como aceptarlas.

Continuará…

-Sara J Pajares-

#Locapormitutú

*Esta historia original pertenece a ESCRIBO A BALAZOS.

Hasta que decidí dar un giro a la historia original y continuarla ya que la mujer de John no merecía morir o al menos, no de ese modo.

Desde Loca por mi tutú siempre seré fan de sus relatos, de la chulería y la seguridad de sus palabras… En este capítulo él es colaborador de la historia.

Capítulo 1John visita a la luthier

Capítulo 2; Su mente repetía ¡Folláme cabrón!

0 comentarios en “Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento”

  1. Buah! Esta parejita está que arde ehhhh me ha encantado tu capítulo guapa. Aquí nos tienes enganchaditas a tus historias. Sigo el hilo y no me pierdo ninguna!
    Besotes

  2. Paula Alittlepieceofme

    Vamos, lo que hace cualquiera cuando le chocan por la calle jajaja Desde luego tienes mucha imaginación y esta vez has avanzado mucho en su relación en un solo capítulo. Otro rato sigo leyendo el siguiente paso, no me queda duda, bss!

  3. mi meta tu salud

    ¡Hola!
    No sabes lo enganchada que me tienes con la historia.
    Después de leer los dos capítulos anteriores, sin duda puedo decir que has creado una historia alucinante.
    Cierto es que se me hacen demasiado cortos Jeejej. Pero bueno, ahí también radica la magia de tus escritos, hacernos quedarnos con ganas de más e ir pitando a ver si has publicado más capítulos, que es lo que voy a hacer yo ahora mismo después de comentarte.
    Besotes

  4. ¡¡¡Holiiii!!!
    Espero que continues la historia, porque quiero saber más sobre John y Mia. Me ha gustado mucho y sobretodo y lo más importante, es que engancha. Definitivamente quiero más historia sobre estos dos.
    ¡¡Nos vemos!!

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