La consciencia de John estaba en llamas

La consciencia de John estaba en llamas. No le dejaron ver el cadáver de Mía.

Unos días después de aquel trágico accidente…

Todo el malestar que envolvía el día entre familiares y amigos no era ni por asomo comparable al horror terrorífico que escondía el suceso tras el accidente.

Antes de conocer a John, Mía durante años tuvo encuentros esporádicos con un coronel de la Guardia Civil.

Por supuesto alguien de un rango así puede hacer desaparecer un cadáver por otro.

Incluso titubear al forense y darle un buen fajo de billetes a cuenta de un “no he visto nada”.

El guapo hombre bajó todas las persianas porque hasta la luz de un atardecer le provocaba cuchilladas en las retinas.

Podría haber tirado de teléfono para quedar con alguna amiga convertida en consuelo de cama y ceniza.

Optó por encender el portátil y empezar a registrarse en aplicaciones para citas de adultos.

Se abrió una cerveza y la colocó en la esquina de la mesa.

El hijo de puta intuía que demasiada mierda había que sacarla a la calle o se le comería la impotencia de no poder haber visto a su pareja sobre el lecho metálico.

Su último contacto iba a ser el de entrar al tanatorio. La consciencia de John ardía.

Nunca estuvieron tan lejos y John repasaba los acontecimientos del día con una mano por debajo de la bragueta pensando en si a partir de ahora se le podría poner dura en algún momento, porque el listón que su nena había dejado en cada corrida no lo iba a superar cualquiera.

Quince minutos exactos le costó registrarse y verificar el perfil con el carnet de identidad para que aquel portal para adultos pudiera darle la llave de la oportunidad.

Se mintió a sí mismo en un estado de locura máxima que iba en aumento cada vez que se imaginaba que se la mamaba otra hembra que no fuera con aquella que había compartido dolor y gloria.

De repente alzó el brazo izquierdo y con un movimiento brusco lo deslizó por la mesa en horizontal hasta que tiró la lata de cebada cuando todavía quedaba la mitad de los centilitros.

El sonido llegó hasta la jaula de un lúcido loro que paró de cantar en seco.

Los semáforos se pusieron todos en rojo. Los enfermos a punto de morir tuvieron unos minutos de pausa, aquellos que iban a tener un orgasmo por primera vez entraron en un bucle rozando el nirvana.

John se levantó y fue corriendo a la cocina a por bolsas de basura. La consciencia de John peligraba.

Se agachó y el rollo de veintitrés le parecían un número minúsculo.

Abrió la primera y metió todas las tazas donde desayunaba Mía, esas llenas de frases tipo “vive la vida por ti misma” o “disfruta el momento”.

Convencido de que su vida empezaría a cambiar desde aquel día.

Continuó con los retratos de los dos que yacían en las estanterías acristaladas del salón.

Se quitó el anillo y lo introdujo. Las fotografías de la cartera igual, pero no sin antes entrar al baño y masturbarse con el último aroma de ella.

Con una ducha de escasos minutos continuó con la ropa del armario, con las pinturas, con todo lo qué olía a ella.

La locura no podía estar más deseada por un ente que carecía de sentimientos y que conseguía llevar al muchacho por un único camino de salida indeseada.

La consciencia de John se incendiaba por momentos.

Cuando tuvo las bolsas de basura repletas, se quitó la camisa, los pantalones y ropa interior y haciendo un ovillo la juntó con el desperdicio femenino. Cogió las llaves y bajó por el ascensor hasta el coche que se situaba en el parking.

A continuación se abrió la puerta de la calle y el morro del automóvil apareció despacio, con rumbo acordado por su mente enloquecida y el motor de 240 caballos.

Tras media hora aparcó el coche y en aquel vertedero podrido de miseria y chatarra colocó las bolsas de basuras unas pegadas a las otras.

Con el Zippo recién rellenado de queroseno del día anterior quemó una de ellas y salió rápidamente sin querer detenerse hasta el piso de su buena amiga Laura, quien le propuso llevar su vacío y jodido tiempo contemporáneo a base de películas, Netflix y polvos de entretiempo.

Qué inocente nuestro galán que aceptó tal barbaridad sin haber recompuesto ni siquiera haber dormido ni aunque hubiesen sido dos horas.

Tres semanas más tarde regresó al hogar.

Cuando él supuso que todo había vuelto a la normalidad entró en el dormitorio y se encontró una frase en un papel arrugado que estaba tirado en el suelo y le traumatizó instantáneamente;

¨Folláme cabrón¨

Se quedó perplejo, no se lo podía creer, él había recogido minuciosamente todo rastro de Mía de su hogar.

Entró en estado de shock, aquella maldita hembra no había desaparecido de su mente ni de su vida.

la consciencia de John

Aquel apuesto galán estaba muy demacrado, la falta de sueño empezaba a hacer estragos en su perturbada mente.

Olía a placer, Laura le había mantenido entretenido unas semanas atrás, pero él no era capaz de producir el bramido del toro que Mía le llegaba a provocar con los polvazos.

Se tiró en el sofá, no volvió a subir las persianas del hogar, todo era oscuridad en aquel loft solitario y en sus jodidos pensamientos. Todo estaba confuso y cada vez más paranoico, incluso él dudaba de su estabilidad mental.

No derramó ni una lágrima desde la muerte de su fémina, apagó el teléfono y se alejó de la humanidad por completo.

La única afortunada de ver a John era la asiática del subvenir que le proporcionaba litros de cerveza diarios y paquetes de tabaco. Su boca volvió a ser un cenicero, pero no para bocas ajenas él no quiso saber nada más de damas de paso.

Alcohol, tabaco y la oscuridad de su hogar. Ni siquiera la volvió a tocar a ella. La consciencia de John estaba a punto de explotar.

Su guitarra estaba intacta desde la noche del accidente ya que la última canción se la dedicó a su amada, tocaba acordes descompasados y las costillas de Mía a la par.

A su mujer le encantaba apretar su cuerpo desnudo desde atrás, mientras él tocaba la guitarra y veía lo dura que se le ponía a John mientras ella le pegaba pequeños mordiscos en su oreja con la banda sonora que él improvisaba.

La consciencia de John estaba en llamas.

Pocas veces le dejaba acabar, él soltaba la guitarra para acariciar a la excitante Mía que pedía a gritos sexo salvaje repleto de amor.

Los meses pasaban y la locura de John aumentaba, sus pesadillas cada día estaban más difusas con la mezcla del alcohol y los barbitúricos que le iban haciendo perder la consciencia y la noción de la realidad.

Continuará…

-Sara J Pajares-

#Locapormitutú

*Esta historia original pertenece a ESCRIBO A BALAZOS.

Hasta que decidí dar un giro a la historia original y continuarla ya que la mujer de John no merecía morir o al menos, no de ese modo.

Este relato está escrito por él, con algún aliño de mi parte.

Desde Loca por mi tutú siempre seré fan de sus relatos, de la chulería y la seguridad de sus palabras…

Capítulo 1John visita a la luthier

Capítulo 2; Su mente repetía ¡Folláme cabrón!

Capítulo 3; Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

Capítulo 4; La melancolía del recordar

Capítulo 5; Carta a carta a John

0 comentarios en “La consciencia de John estaba en llamas”

  1. Hola guapa
    Qué inquietante esta parte de la historia. Está repleta de misterio y no sabes muy bien cómo va a continuar. Deseando conocer un poco más de esta turbia historia

  2. Paula Alittlepieceofme

    Vaya locura la de John, la de Mia y la de quienes nos enteramos a cuenta gotas de esta historia de idas y venidas. ¿Realmente está muerta o todo es un montaje? Porque la frase que aparece…Tengo que seguir leyendo, bss!

  3. mi meta tu salud

    ¡Hola!
    Yo que estoy siguiendo todos los relatos que nos compartes de la historia entre Mía y John, debo decir que a cada cual mejor. Vamos, en todos ellos me dejas con ese sabor de boca que te pide más, y eso denota que sin duda, has captado toda mi atención.
    La verdad es que tengo un poco sentimientos encontrados con John, por un lado me da mucha pena, porque lo veo jodidamente perdido sin Mía, pero por otro me descoloca un poco su actitud. Es como si no se permitiese hacer el duelo y llorar a su amada a pesar de saber lo que se.. (que no lo digo por si alguien se lee el comentario jejeje).
    En fin, con ganas sin duda, de saber como va evolucionando todo.
    Besotes

      1. Hola guapa
        Uff qué lectura tan intensa, no me extraña que a John le arda la conciencia. Desde luego ha tenido que pasar por una experiencia muy traumática.
        Y a Mia no la puede olvidar tan fácilmente, tienen una conexión de alto voltaje.
        Están muy interesantes estos capítulos!
        Un besote

  4. Ariencilla Reads

    Hola guapa
    Wow pedazo texto! Parece que John esta pasando por un momento realmente intenso, no me extraña dadas las circunstancias claro
    Cuantos recuerdos y como esta ardiendo su consciencia…. que ganas de leer más!
    Un besazo

  5. Hola! pues me parece una forma curiosa esa de actuar cuando muere alguien, esta claro que John no lo está afrontando de la mejor manera posible, lo de quemar los recuerdos, dedicarse a follar con otra… en fin, mucho dolor y malas maneras de afrontarlo, a ver como sigue! saludos

  6. ¡Hola!
    Me parece un relato lleno de misterio, dolor y escenas bastante fuentes, me da tristeza que él extrañe mucho a Mía y ojalá hubiese una forma de que ella no muriera.
    Escribes excelente me encantan todos los capítulos que he leido.
    Saludos

  7. Hola guapa, pues me ha parecido un relato muy interesante que espero que continue porque lo dejas en un momento que esta con la intriga al maximo, de paso a ver si leo los anteriores para situarme un poquito! besos

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