La melancolía de recordar

La melancolía de recordar no sabemos hasta qué punto fue positivo para Mía.

Año y medio después de aquel trágico accidente…

Pasaron varios días y ella seguía en aquella comisaría, mientras susurraba ese: fóllame cabrón, cada vez con voz más pausada, y más cansada.

Nadie había ido a preguntar por ella, por lo tanto, los policías y detectives no conseguían descubrir su identidad.

No podían retenerla allí mucho tiempo más, no había ningún delito que la pudiesen imputar.

Mientras tanto la calurosa mañana del 23 de junio, tras mucho dar vueltas al asunto, el comisario decidió liberar a Mía.

Las comisarías de todo el condado de Los Ángeles presionaban constantemente al comisario con la detección sin justificación de aquella bella desconocida.

Ella estaba confusa cuando se enteró de la noticia, no sabía que iba a hacer con su vida, hacia dónde dirigirse, no sabía quién era, ni cuál era su nombre…

Solo aquellos sueños distorsionados, sobre un rostro de un apuesto galán que la desvelaban a las 3 de la mañana cada maldita noche. La melancolía de recordar.

Ella a veces deseaba no volver a despertar, quedarse encerrada en esos sueños donde podía sentir tanto bienestar junto aquel desconocido, que quería quedarse atrapada.

Al que sentía que amaba con todas sus fuerzas pero que no conseguía recordar con claridad al abrir sus ojos. A veces los cerraba muy fuerte para intentar imaginarle, para estar junto a él.

Una melodía que sonaba en su cabeza en bucle, y no conseguía darle sentido. Y aquella frase; folláme cabrón.

Mía se despidió con nostalgia de los dos detectives palurdos. Tan solo bastaron unos días para que aquel trío se tuviese un cariño tan peculiar.

Reían sin cesar, a ella su compañía la amenizaba los días.

Fueron horas y horas jugando a adivinar quién era Mía en verdad, inventado su nombre, su edad, su verdadero paradero.

Les dijo adiós con un dulce beso, tan cerca de las comisuras que el carmín rosa se quedó un poco impregnado en los labios de los detectives.

Al salir de la comisaría, Mía comenzó a pasear sin rumbo, no sabía hacia dónde ir, por un momento sintió que alguien la perseguía, pero estaba tan confundida, que consideraba que su mente la estaba jugando malas pasadas.

El calor intenso de junio no la dejaba pensar con claridad y sin que pudiese dar tres pasos seguidos más, sintió que alguien desde atrás le tapaba la boca con un pañuelo y se desvaneció.

Al despertar Mía estaba en una habitación tan blanca como su sonrisa, incluso los pétalos de las flores de la mesilla de lectura eran de un blanco tan puro, que sentía que le estaban deslumbrando y derritiendo las retinas.

¿Dónde coño estoy ahora? Dijo en voz alta Mía.

Alguien llamó a la puerta con un par de golpes suaves.

– ¿Mía ya te has despertado? Dijo una voz muy sensual de mujer al entrar en la habitación…

Tras aquella conversación Mía se sintió más perdida que nunca, incluso más que aquel despertar ensangrentada junto a los cartones después del accidente. La melancolía de recordar.

¿Su marido? Aquel apuesto galán de sus sueños era de carne y hueso, aquellos fuertes sentimientos eran una realidad pasada, vivida y no cosa de su imaginación.

John… Qué bien sonaba ese nombre saliendo a raudales de los labios de Mía. No dejaba de susurrarlo.

Las imágenes de sus sueños con él día a día fueron tomando la forma necesaria para aclarar sus recuerdos. La melancolía de recordar.

Con el paso del tiempo, aquel centro psiquiátrico estaba ayudando a Mía a recuperar su memoria.  Rachel era su mayor apoyo, más allá de los cientos de electroencefalogramas que le practicaban para ver su evolución.

Mía no podía estar más agradecida con Rachel.

Ella fue testigo de aquel accidente, ella era aquella ¨persona de gabardina¨ que le robó la foto de los dos individuos del desván donde aparecían John y Mía.

Rachel era quién alimentaba a Mía, antes de que los detectives la encontrasen.

Fue cauta, aún no sabemos los motivos que la inspiraron a no descolgar el teléfono y llamar a la policía, aquella noche que presenció el accidente y no sé si en algún momento lo llegaremos a saber.

Tan solo se cercioró de que Mía y John seguían con vida, e investigó sobre quién era esta pareja extraña con tanto disimulo y elegancia, que ni el mejor de los espías hubiera conseguido ser tan impecable.

A Mía sin duda le encantaba la frialdad de Rachel, la extravagancia para quitar importancia a aquello que estaba haciendo por ella y la unión de la pareja.

Fue Rachel quién filtró la noticia en la prensa de que Mía había muerto la noche del accidente.

No había modo científico de identificar que aquel cuerpo calcinado era el de Mía en verdad, ni el propio CSI lo habría conseguido.

Dicen que John con la noticia pensando que su mujer había muerto, entró en estado de shock y enloqueció por completo. Además de las lagunas que tenía del accidente.

John además sufría un trastorno de personalidad severo desde que fue conocedor de que no volvería a comer la boca a Mía nunca más.

Dicen que John estaba en busca y captura, ya que le culpaban a él del accidente y también se dice que había huido a otro país.

Rachel no tenía toda la información sobre John, aquello podrían ser simples rumores de barrio.

Su principal misión era que Mía recuperase la memoria día tras día, ya tendría tiempo después de salir en busca de John…

Mía pronto empezó a revolucionar el manicomio con su personalidad, traía de cabeza a más de un enfermero y celador.

El personal del centro la adoraba. A pesar de su falta de memoria que poco a poco iba recuperando, ella nunca perdió ese encanto tan especial que la caracterizaba.

Mía nunca pasaba desapercibida allí por donde pisaba.

Dicen que su encanto natural era inolvidable y su ilusión por vivir.

Siempre lucía una sonrisa a pesar de las tormentas que le deparaba la vida. El brillo de sus ojos era intenso cuando hablaba de algo que la emocionaba.

Esa inconfundible sonrisa que mostraba sin querer escondía mucho dolor, pero jamás lo demostró a quién la rodeaba. La melancolía de recordar.

Era antes de dormir, cuando nadie podía verla, cuando rompía en lágrimas.

Más aún desde que recuperó por completo la memoria y añoraba tanto a John, que el sufrimiento se apoderaba de ella.

La costaba por momentos respirar con normalidad, de la melancolía que le consumía por extrañar tanto a su amado.

La melancolía de recordar

El hilo musical sonaba de fondo con una bella canción para finalizar la grabación del día y las imágenes empezaban a recorrer su mente como una tira de fotogramas.

Veía a John despierta, a veces incluso de tanto imaginarlo, podía además sentir su perfume inundando la habitación. La melancolía de recordar.

Mía jamás perdía la esperanza, ni por un segundo se le pasaba por la cabeza que no volvería a ver a John, ella no tenía fuerzas para rendirse.

Cada noche antes de dormir le susurraba las buenas noches, ella sentía que de algún modo ese mensaje podría llegarle a John.

La noche del 12 de agosto, como cada año la lluvia de estrellas fugaces cubría el cielo, pero Mía tenía otro plan.

En el centro psiquiátrico hicieron una gran fiesta para celebrarlo. Permitieron a los internos dormir en el patio para observar aquel festival de deseos por pedir, para mantener viva su capacidad de no perder la ilusión por vivir.

Mía agarró fuerte la mano de Rachel y le dijo al oído que ella era la única que podía conceder su deseo y hacerlo realidad;

-Rachel coge mi perfume, encuéntrale, y escribe en nuestra guitarra o en cualquier parte: fóllame cabrón tantas veces como sea necesario hasta que me recuerde. La pidió que fuese a buscar a su John.

Deseaba el reencuentro entre ambos, volver a sentir el calor de su piel, la mezcla de sudores y el sonido de los golpes del cabecero en la pared.

El lugar favorito del mundo para ella se encontraba apoyada en el pecho de John, exhausta después de los polvazos que la dejaban adormilada. La melancolía de recordar.

Más de una noche Mía se hacía el amor, recordando sus encuentros sexuales con John.

Acariciaba su cuerpo como lo hacía él, cerraba los ojos para imaginar que eran las manos de John las que la estaban tocando, aunque el tacto no era igual que el de su amado guitarrista.

Los gemidos en ocasiones podían confundirse con aullidos en las noches oscuras de aquel centro psiquiátrico.

Ella podía haber calmado ese deseo en el centro con algún celador o enfermero, pero sabía que nadie era capaz de excitarla como lo hacía su marido.

Dicen que el sexo por sexo es placentero, pero sin embargo no hay nada más excitante que alguien conozca tu cuerpo a la perfección. Sepa todo aquello que te puede hacer vibrar; con amor, con deseo con pasión y desenfreno.

Alguien que conoce cómo funciona cada centímetro de tu piel y te haga gozar, como si fuera la primera vez, en cada encuentro. La melancolía de recordar.

Mía en los días posteriores no volvió a ver a Rachel en el centro psiquiátrico, por lo que entendió que había salido en busca de John.

Continuara…

-Sara J Pajares-

#Locapormitutú

*Esta historia original pertenece a ESCRIBO A BALAZOS.

Hasta que decidí dar un giro a la historia original y continuarla ya que la mujer de John no merecía morir o al menos, no de ese modo.

Desde Loca por mi tutú siempre seré fan de sus relatos, de la chulería y la seguridad de sus palabras…

Capítulo 1John visita a la luthier

Capítulo 2; Su mente repetía ¡Folláme cabrón!

Capítulo 3; Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.

0 comentarios en “La melancolía de recordar”

  1. Ains me ha dejado un poco mal sabor de boca. Quiero saber más. Quiero que se encuentren que recupere su memoria jeje nos has dejado totalmente en shock! A seguir leyendo!

  2. Hola guapa, pues me ha dejado un poco asi este fragmento, por un lado me aclara cosas pero por otro tambien siembra mas dudas! la hstoria se pone interesante, ademas me hice un poco de spoiler al leer un fragmento mas adelantado, pero me queda aun para ir rellenando la historia! besos

  3. Paula Alittlepieceofme

    No me ha gustado esta Rachel, me da mal rollo. Aparece de repente y se cuela en su vida de repente, sabiéndolo todo, la interna en el psiquiátrico, finge que Mia ha muerto…¿Qué gana ella con todo esto? Espero averiguarlo en próximos capítulos,bss!

  4. Hola guapa, pues ahora entiendo algo sobre John, creo que hasta el momento habia leido la historia desde el punto de vista de él y la de ella aporta otra vision de las cosas de lo mas necesaria! a ver como sigue la cosa porque se esta poniendo interesante! besos

        1. Muchas gracias Rebeca por tus palabras, sin duda para ella es duro vivir sin él puesto que se convirtió en su compañero incondicional de vida.

  5. Ariencilla Reads

    Hola guapa
    Ay me ha gustado mucho leer desde el punto de vista de Mía, así puedo construir bien la relación con John. Se nota que su química es muy intensa, hay mucho entre ellos y no creo que desaparezca fácilmente
    ADemás estoy super de acuerdo con eso de que tener sexo con alguien que conozca tu cuerpo a la perfección es mucho mejor, aporta mucho más
    Un besazo

  6. mi meta tu salud

    ¡Hola!
    Por fin empiezo a atar cabos sobre la historia, y vaya historia.
    Había creído por completo que había sido el mismo John, después de leer entregas anteriores, el que escribía en la guitarra lo de «fóllame cabrón». Vamos, que para mi ha sido una sorpresa, una grata sorpresa, que John no esté tan ido de la cabeza, porque no se porque es un personaje que me llama mucho la atención.
    Como me he quedado con ganas de saber más sobre la historia y veo que has ido publicando más entregas, para allá que voy.
    Besotes

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