Rachel salió del psiquiátrico para cumplir su cometido; encontrar a John como fuese posible para cumplir el deseo que Mía le suplicó entre lágrimas y sollozos.
Ella tenía muchos contactos. Por lo tanto empezó a tirar de agenda.
En primer lugar, contactó con un viejo amigo que era abogado y le debía algún que otro favor.
Sabía que él sería su llave para encontrar a John.
El abogado quiso quedar en un lugar privado porque no quería levantar sospechas.
Además sabía que Rachel por el modo de hablarle en clave, precisaba de su ayuda. Sobre todo porque él conocía el tono de nerviosismo que mostraba su voz.
Finalmente se citaron esa misma tarde en su despacho.
Año y medio después de aquel trágico accidente…
Rachel estaba en la puerta del complejo de oficinas. Mientras tanto la recepcionista le indicó que por el ascensor llegaría más rápido.
Llevaba una falda de tubo roja, una camiseta a rayas que probablemente dejaba entrever la silueta de su figura y un bolso.
Obviemos los taconazos. Ya que damos por hecho que sonaban al pisar el suelo.
Mientras repasaba el nombre del abogado, se abrió la puerta del ascensor.
Cuando estas se quedaron de par en par a continuación apareció una figura masculina al fondo mirando al móvil.
Un segundo más tarde la pituitaria del hombre olió a la intensa mujer, aunque todavía no sabía descifrar qué marca de perfume usaba la fémina. Él, Solo Loewe.
El perfume de ella no sé si lo llegaremos a desvelar o casi cada cual que imagine a que olía la bella fémina.
Antes de poner el pie sobre el habitáculo, Rachel ya tenía la mente en aquel escaparate, visualizando a aquel atractivo varón que se encontraba al fondo del ascensor.
Bajo un instinto de inseguridad su cuerpo se giró 170 grados. Mientras tanto el impulso de la libido comenzaba a bajar la guardia.
Rachel pulsó el número 4 y él en cambio iba al 5.
Ella se giró y en ese preciso momento le miró. Le clavó la mirada hambrienta en sus ojos por lo que él sonrió levemente.
Rachel seguía seria, pero se había mordido los labios. Aunque en verdad lo hizo a conciencia la capulla.
Es más la fragancia del varón se había colado hasta el fondo de sus huesos.
Se quedaron a diez centímetros el uno del otro. Siguieron mirándose, como retándose a ver quién de los dos daba el primer paso.
De repente él apretó el pulsador de paro.
El ascensor se frenó sin previo aviso. Un pitido ininterrumpido golpeó el hueco metálico, por esta razón sonó una voz al otro lado.
—¿Hola, estáis bien?… En media hora un técnico irá a reparar el elevador. Tranquilizaos y mantener la calma.
—Si, estamos bien. —Dijeron al unísono.
—¿Alguien tiene claustrofobia? —Volvió a preguntar la mujer.
—No. —Volvieron a contestar.
En ese instante él se acercó al cuello de Rachel y susurró en voz alta:
—-¿Y si matamos la monotonía a golpe de orgasmos?
Asimismo ella levantó la cabeza levemente. Él colocó sus dos manos en el culo de Rachel y la levantó. Sus piernas quedaron abiertas sobre las caderas de aquel descarado seductor.
Una mano la subió hasta la moya izquierda del culo.
Se miraron con la boca entreabierta.
La mano libre la situó en la nuca de la dama. Levemente así mismo bajó su cabeza hasta el cuello del hombre.
La estaba ayudando a romper si había algo de timidez en ella.
—¿No te pone que dos desconocidos fabriquemos la follada del año? –Le volvió a preguntar él.
En consecuencia Rachel olió su cuello, le subía la excitación. El deseo se apoderaba de ella.
Colocaron la boca uno enfrente del otro y por lo tanto las carnes se rozaron.
Le vio el carmín que llevaba puesto. Joder era rojo, como el color de su pelo. Joder como le ponía.
Ella sintió la dureza que se escondía tras su pantalón y la muy jodida se mordió de nuevo los labios sin piedad.
Es por ello que era consciente de que le había tocado la lotería y aquello que sentía, no era el teléfono móvil, que él segundos antes tenía en sus manos.
Mientras tanto él acercó su mano a los labios de ella y manchó las dos yemas con el pintalabios.
El joven entreabrió los labios y ella siguió anestesiada por su olor.
Ese olor a macho inteligente que le excitaba como a una gata en celo. Él estaba igual, así que ella podía estar tranquila. Él era un lobo aullando en sus carnes.
El muchacho sacó la lengua y la pasó por los labios de ella muy lentamente, muy despacito, con tanto tacto, que parecía que estaba saboreando un placer exquisito. Rachel notaba la saliva y olía a miel.
Ella temblaba por aquello que iba acontecer.
—Se avecina algo bueno en verdad, ¿No crees nena? –Le preguntó él.
Ella abrió la boca y en ese instante sus hocicos se estaban peleando por ningún trofeo en verdad. El trofeo eran las ansias de aplacar el deseo carnal.
Él movía la lengua suave pero firmemente dentro de la boca de Rachel. Los labios de él sabían a carmín y a ella. Él no la podía tener más dura. Se miraron otra vez.
—Eres un cabrón, joder. —Le dijo la sexy pelirroja con voz desgarrada.
Con todo esto él estaba igual. Puso su mano en la falda y notaba las nalgas de Rachel.
Apretó con los dedos. La parte superior de la vulva de Rachel estaba mojada, pero que muy mojada en verdad.
Él sonrío y del mismo modo ella le siguió. Sonrió igual.
Sus bocas se descontrolaban y solo se escuchaba el eco de los morreazos que se estaban pegando por todo el ascensor. Más bien en ocasiones muy fuertes. Bocas mojadas y muy hábiles.
Las lenguas querían ganar una batalla, pero en esta batalla no había vencidos solo vencedores.
Sin embargo frenaron. Él no podía sostenerla en sus caderas. le temblaban los brazos de la excitación. Los taconazos de Rachel volvieron a tocar el suelo.
—Pero si quieres estar otra vez en volandas. Dímelo. -Le dijo el lobo hambriento de placer.
Con sus dedos y sin dejar de besarla, abrió su camisa de rayas. Le vio el sostén de encajes y casi le dio un infarto.
Como si ella ya lo hubiera tenido planeado anteriormente… ¿O es que siempre salía tan sexy de casa?
—Joder que morbo tienes cabrona, como me pones. —Le dijo él.
Su boca no sabía dónde ir y se colocó en su escote, que tampoco sabía si lamer el pecho izquierdo o derecho.
Ella todavía conservaba aquel sostén de encaje que tan loco le había vuelto a él.
La subió la falda a la cintura y sus manos cogieron de la parte superior de las braguitas.
En ese preciso momento a ella le dio por volver a ponerse en sus caderas.
—¿Qué casualidad es esta? Ninguno hemos previsto este acontecimiento. —Dijo él.
Rachel lo besó como si fueran a morir ejecutados.
Las braguitas tan húmedas como el ambiente estaban en sus rodillas. A él le daba igual que no terminase de quitárselas. Quería hacerla suya así.
Habían pasado solamente siete minutos. Entre lametones y jadeos.
Él pudo escapar y llegar hasta la oreja de ella.
—Abre la bragueta y saca el miembro de este cachorro. —Dijo él casi suplicando.
Estaba muy nerviosa. Él más. No atinaba a encontrar la cremallera.
—Vamos que casi está nena. —Volvió a decir él.
Los dedos de la fémina se peleaban por ver cuál de ellos tenía el precio de abrir de par en par esa cremallera.
Siguió bajando y ya no daba de sí. Metió la mano y le rozó el miembro viril.
A él le dolía entero. Quería calmar el dolor con el flujo húmedo del tesoro de Rachel. Él sabía que ella estaba esperando su trozo de carne.
¿Puedes oler mientras lees este relato el perfume de aquel hombre? Era acojonante la percepción de todo esto.
Ella como mujer era exquisita. Cualquier otra hembra que hubiera podido meter la nariz en el ascensor hubiera dicho; “dios santo, ¿Dónde ha aprendido esa zorra a seducir tan bien?”.
Y él en su mente contestando… “no ha aprendido, ha nacido con ello hijas de perra”.
Él seguía sin poder calmar su miembro. La mano de Rachel lo cogió y tiró hacia fuera pero no conseguía sacarlo sin quitarle el bóxer.
El varón puso su boca en la boca sensual de la gata en celo y en ese mismo momento entendió que le daba igual todo, no había vuelta atrás.
Las manos de él abarcaban el culo de la señorita y sus dedos apretaban cada glúteo.
¿Qué jodida película era esta? Les importa tres mierdas los subtítulos porque solo eran auditivos.
El orgasmo que tendrían dentro de poco iba a ser monumental coño.
Quedaban 25 minutos antes de que llegasen y abriesen esa pocilga con polvo de polvo… Con sucio aroma a puro placer.
Sus mentes imaginaban a la teleoperadora que los había atendido masturbándose.
Si hubieran podido grabar el sonido ambiente… ¿Crees que ahora tú y yo no nos masturbaríamos antes de dormir?
La boca de Rachel estaba cubierta por todo el pintalabios que tenían los dos, simulando ser un puto pegamento de contacto. Oh si. Sin mapa y se perdían en ellos.
Las manos del macho seguían en el culo de ella y la volvió a impulsar otro poco para tener más trozo que tocar de su cuerpo.
El dedo anular de él estaba llegando al tesoro de ella por detrás de los glúteos.
A él se le inundó la yema con flujo. Ella suspiró, pero parecía todo en orden.
Ya casi lo tenía fuera. ¿A ver? Puffff. Efectivamente el miembro estaba totalmente afuera.
Termina de respirar anda, mientras sigues leyendo.
Colocó el miembro en la entrada de su sagrado agujero. Y él lo sabía. Notaba como su carne rozaba la punta.
Parecían imanes, dos niños a punto de separarlos sus madres porque es la hora de cenar.
Otro día le contarían a sus parejas o maridos, o qué cojones nadie sabe.
Nadie sabría el festín de placer que se estaban metiendo para el cuerpo. Aunque esto aún no había terminado.
—No, espera, mejor nos amamos en secreto y somos los putos amantes, pero sin sentimientos. ¿Te parece? Vamos cabrona no te rías porque estoy mirando tu boca. Bésame tan cerdo que los que ahora están besando por primera vez no consigan el aprobado. — Dijo de nuevo él.
Con los brazos él tiró un poco y recostó a la bella dama a la fuerza.
Ella sonrió y puso un dedo en sus labios porque la ponían y el muy descarado lo sabía


¿Quieres que los chupe? No. Solo tientas nena. — Dijo él.
En un cerrada de ojos él empujó de una y se adentró en ella.
Rachel Intentaba arañar su espalda, pero él ponía resistencia.
Se escuchaba el sonido de cada empujón.
Qué sonido por dios. Él deseaba que ella le quisiera, aunque fuese un poco en esos momentos.
— Mírame a los ojos y dime que nunca me has deseado. Pero dímelo con gemidos. — Dijo él.
¿Qué? No escucho bien. —Volvió a decir aquel joven.
Él dominaba la situación, la penetraba duramente a golpes secos mientras ella le miraba anestesiada por el placer de aquel suceso.
—Me estás mirando, pero soy un ciego queriendo ser guiado y como lazarillo, la banda sonora de tus gemidos. —Dijo él.
Siguió el vaivén del placer durante al menos 5 minutos sin parar.
Una tortura así podía matar a cualquiera o quizá también pudo resucitar a malfolladas y malfollados.
¡Espera, que de una ocurrió algo!
Rachel tomó el control y se puso en cuclillas, quiso probar el sabor de su miembro.
Estaba reluciente, de lo brillante que lo había dejado su saliva. Es más podía ser un espejo para los dos.
Él la miraba sin parar, pero veía manchas. El placer de esa cabrona lo estaba matando.
No le nacía ni decirle guarradas. Eso sería un insulto para la gran comida de rabo que le estaba haciendo.
¿Ese es el sueño de todo hombre?… Si. Lo sabes tú también.
Ella se levantó antes de que él explotase y lo besó, como si fuera la primera vez de este encuentro, lo besó con tantas ganas que los muertos resucitaron de un plumazo.
Rachel se apartó de su cara, a él le encantaba el sabor de su boca después de tan excelente comida de rabo.
Él estaba ansioso por tomar el control, la dio la vuelta de una y le vio el culo, ella tenía medias piernas mojadas joder.
—Cachorra. —La susurró al oído.
Puso sus dedos en la boca de la sexy pelirroja para que ella los mojase y los pasó por su clítoris, pero fue él quien mojó a los dedos y no al revés.
El cerebro de Rachel se estaba colapsando con el placer y no respondía.
Él colocó la boca en su nuca y la lengua hacía eses por su espalda, pero no podía morderla como deseaba. La espalda estaba lisa, quizá era un tablero de juego carnal. Siguió y siguió bajando.
Con las dos manos abrió sus glúteos hacia los lados. Ellos estaban enfadados, no querían mirarse.
Las manos de la preciosa damisela hicieron de palanca con la pared del ascensor.
Él la estaba llevando al olimpo con su lengua. Abriendo paredes sin saber qué buscaba.
Estaba calentando por momentos. El clítoris de Rachel lo miró, todo el cuerpo de ella estaba a su disposición mientras gemía sin cesar.
Dejaron de jugar al tira y afloja, ambos querían arder a la par con la pasión que estaban engendrando en aquel lugar.
Él ya sabía que ella era la mujer que más excitado le había tenido y a ella le encantaba esa sensación de sentirse tan deseada mientras él gruñía.
El macho metió dos dedos dentro de ella y entraban como si nada, no querían salir.
Los maltrató y los sacó para meterlos en su boca, le encantaba el olor de los adentros de Rachel.
¿A qué sabían? Pues a caviar del bueno hijos de perra.
Él sabía que ella nunca sería suya, pero se excitaba con él. Ella no tenía dueño, ella fabricaba orgasmos y los regalaba a su antojo.
Ella se puso encima de él, porque quería sentirle de nuevo en sus adentros, carne con carne, unidos sin sentimientos.
Él colocó las manos en las caderas de la fémina para ayudar a su movimiento y marcar él en compás de arriba hacia abajo y volver a empezar.
Con tanta fuerza era el movimiento que del gemido que soltaron al finalizar, casi hizo que el edificio se viniera abajo.
Estaban sudando, creyeron escuchar aplausos de fondo, fuegos artificiales quizá.
Se besaron y sonreían. Era una delicia aquello que acababan de experimentar.
Ambos se vistieron y mientras ella se recolocaba la falda de tubo y el pelo alborotado, llegó el técnico para ¨ayudarlos¨ y poder salir del ascensor.
Ella le guiño un ojo al marchar. Siguió caminando por el pasillo en busca de la puerta del abogado, como si nada de lo que ocurrió en aquel lugar, hubiera pasado.
Las piernas en verdad le temblaban por lo que acababa de ocurrir.
Ella era una experta en mantener la calma y disimular ante cualquier situación, incluso su aspecto, después del mejor polvazo de la semana.
Entró sin llamar, sabía que Martín la estaba esperando.
Martín tenía tantos secretos de Rachel en sus espaldas y carrera profesional, que ni el jorobado de Notre Dame cargaba tanto peso.
Ella hablaba excitada pero no sabemos si por la historia que le estaba contando sobre John y Mía o por las secuelas del meneo del ascensor.
Él prometió ayudarla a encontrar a John, pero le advirtió que no sería fácil.
Era más sencillo encontrar la identidad del cuerpo falso que hicieron pasar por Mía, que a ese desquiciado mental de John.
Continuará…
-Sara J Pajares-
#Locapormitutú
*Esta historia original pertenece a ESCRIBO A BALAZOS.
Hasta que decidí dar un giro a la historia original y continuarla ya que la mujer de John no merecía morir o al menos, no de ese modo.
Este relato está escrito por ambos no desvelaremos a quien pertenece cada palabra lo dejamos a la imaginación del lector.
Desde Loca por mi tutú siempre seré fan de sus relatos, de la chulería y la seguridad de sus palabras…
Capítulo 1; John visita a la luthier
Capítulo 2; Su mente repetía ¡Folláme cabrón!
Capítulo 3; Ella y él, vida por vida unidos en un sentimiento.
Capítulo 4; La melancolía del recordar
Capítulo 5; Carta a carta a John
Capítulo 6; La consciencia de John ardía.
Vaya giro inesperado de los acontecimientos con esta parte de la historia. Este podría ser un secreto más para que el abogado guarde de Rachel…o un motivo más para que vaya a verle con más frecuencia a ver cómo avanza…por si se vuelve a encontrar al extraño del ascensor, bss!
Gracias Paula por tus palabras 🙂
Hola guapa
wow por lo que veo por aqui ha subido mucho la temperatura en este ascensor y también en tu forma de escribir!!
Has trasmitido muy bien la pasión y toda esa fogosidad que desprenden ambos, que intenso ha sido todo! Y lo mejor es que sabes cautivarnos y dejarnos con ganas de mas
Un besazo
Muchas gracias por tus palabras Arien, me alegra que te haya gustado el relato.
Guau me has dejado enganchadísima a esta historia! Me encanta el giro que ha pegado tu blog, este tipo de relatos se te dan genial ehh . Así que nada, estaré atenta a leer un poco más de como sigue esta historia. No tardes mucho! Nos tienes a tod@s intrigados
Besotes
Muchas gracias por tus palabras Lala, pronto saldrán nuevos capítulos.
Wow! Esto ha sido muy intenso, tendré que leerme la siguiente parte, veo que la escritura erótica es lo tuyo, debo reconocer que el cambio me ha sorprendido un poco.
Muchas gracias Rebeca por tus palabras. 🙂
Pues tendremos que ver como sigue la historia, desde luego el encuentro en el ascensor ha sido de lo mas memorable, para ellos dos y para los lectores que hemos seguido esos meneos!
Muchas gracias Olga por tus palabras. Pronto habrá más capítulos.
Hola!
Cómo siempre, un gran texto cargado de sentimientos, de electricidad y que deja con ganas de seguir leyendo y saber más. Has puesto un índice con las partes que vienen antes y está muy bien para seguir la historia.
Besos!
Muchas gracias María, me alegra que te esté gustando.
Hola guapa, pues es un texto bien diferente de los anteriores que habia leido tuyos, pero me ha gustado, me ha mantenido enganchada de inicio a fin, eso si, tendre que buscar los que vienen antes y los que le siguen para no quedarme a medias, besos!
Muchas gracias Resi, me alegra que te haya gustado. 🙂
Hola guapa
Uff, qué calor hace ahora no? Jajajajaja. Vaya relato tan fogoso! Rachel tiene mucha suerte por otros capítulos que he leído donde tiene aventuras de lo más calentitas.
Me gusta mucho cómo transmites la pasión y el deseo. Me has tenido enganchada!
Un besote
Muchas gracias Lorena por tus palabras, me alegra que te haya gustado y hecho sentir el capitulo actual.
¡Hola!
Había tenido la oportunidad de leer otro de tus escritos y aunque no es lo acostumbrado, si que ha estado genial, la verdad es que me ha enganchado, estaré esperando la continuación.
Lo haces excelente.
Saludos
Muchas gracias Mey por tus palabras. 🙂
Hola!
Me ha gustado mucho, pero mucho. Creo que se separa de lo que sueles escribir, pero no ha habido problema. Creo que seguir por aquí puede estar muy bien. Muy interesante y bien contado
Un saludo!! ^,^!!!
Muchas gracias por tus palabras, me alegro que te haya gustado.