Contradiciendo al amor. Dicen que la curiosidad ha matado a más corazones que a gatos, pero en mi caso me cambió la percepción, además de partirme el corazón en mil pedazos.
Quizá siempre debería haber vivido en una mentira, en la que ese cuento me mantenía en la cima, pero soy quién quién soy por los golpes que me ha dado la vida.
Voy cambiando cuando soy capaz de cicatrizar mis heridas y aunque me ilusiono con tonterías, cada vez soy más fría y creo menos en los sentimientos de teorías.
No puedo dar lecciones de moralidad, mi vida ha sido un desastre. No me creo ni más, ni menos que nadie.
Quizás a veces si noto carencias en la humanidad intelectuales, pero es posible que solo sea falta de interés en aprender más, o pura vaguería.
No confío en los sentimientos ajenos porque estamos rodeados de vicio y entretenimiento. Cuando creí con todo mi corazón en alguien, mi intuición me falló y puse en riesgo mi felicidad y la estabilidad de mi vida.
No quiero que nadie me vuelva a hacer sentir especial. No quiero que me regalen los oídos con frases hechas no me importa vivir contradiciendo al amor.
La soledad me llena los días, porque no me hace vivir con esa angustia de pensar si me estarán clavando el puñal.
No quiero escuchar ni un para siempre más, porque si algo he aprendido es que nada es eterno, ni siquiera el amor fraternal.
Ni un drama más en mi vida.
No quiero volver a sentir odio, rabia y desconfianza, no quiero volver a tener a nadie en mi vida que saque lo peor de mi o me robe la energía.
Ese lado es muy feo, el peor de mi. El veneno de mis palabras puede ser más hiriente que veinte golpes en la cara. Con lo fácil que es vivir… ¿Por qué lo complicamos tanto?
Si te mienten una vez, lo harán cincuenta más, si alguien tiene interés en ti, simplemente te lo demostrará con hechos no con la capacidad de la palabrería barata.
Si algo no funciona, es mejor no forzarlo. Qué fácil escribirlo y qué difícil aplicarlo.
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