Soledad – Mismo significado diferentes sentimientos

Soledad, mismo sentimiento, diferente modo de sentirlo. A pesar de que una palabra tenga un significado, cada cual tiene su modo de sentir.

Él y su soledad;

Mi soledad elegida entiende de visitas inesperadas. La mía, no la mejor, es egoísta.

Ya que tiene el vicio construido después de un mal hábito de recordarme como es el ángulo que forma la comisura de tus labios. Es soez y mal encarada porque se atreve a desafiar la geometría de tus besos, se atreve a parametrizar cada atributo de la hoguera de mis desquicios. Me hace bailar en mi angustia.

En mi soledad, la mía, la de nadie más.

El océano de mis escritos donde describen tus piernas arrastran el plancton de mi deseo donde la migración del tiburón de tu ausencia llena la biodiversidad de mi costumbre, la de echarte menos.

En mi mar, sólo ganas tú. En el nuestro solo gano yo. Desafío a tu ausencia hoy, sabiendo calcular el límite indeterminado de tu recuerdo siempre con el mismo resultado.

Infinitos, infinitos de los de verdad, de los que no caben en un mensaje, de los nuestros, perdón. De los míos, de los de para siempre. Por eso elijo la soledad de la textura barata de mi manta, por eso es ella. Por la salinidad de una lágrima, por el borrón y cuenta nueva del pronombre posesivo nuestro. Porque la lealtad no se compra. No tiene el precio incalculable de la traición. Pero ese tema ya los hemos hablado, mi soledad es libre.

soledad

Ella y su soledad:

Mi soledad elegida entiende de que la vida no es ese cuento de hadas con el que soñaba. La mía, quizá no la recomendada, pero si la que me lleva a lo más alto y saca lo mejor de mí.

Tiene vicio de sentir plena paz después de tantas batallas lidiadas. Es en mi casita de muñeca donde no hay lugar al mal humor, o los quebraderos de cabeza.

Donde no huele a desconfianza, sino a ambientadores frutales que emanan su dulzura desde que sales del ascensor, hasta que entras en casa.

Esos labios que ya no recuerdo, por mi problema de olvidar todo aquello que me hirió en el alma.

Al pasar mi lengua por mis labios e intentar recordarte, aun saben salados, ya no recuerdo tu sabor, me dejaste inapetente y sin ganas de nada.

En los últimos tiempos besarte era mi sentencia a muerte, porque simplemente significaba que una vez más había caído en tus redes y te había perdonado, como si mi vida no tuviese valor y tú tuvieras el control. Marioneta fui, puse mis hilos en tus manos.

No soy capaz de echarte de menos ni por un momento, incluso cuando apareces en mis sueños es una pesadilla, y un alivio despertar, para no volver a verte jamás.

Si que recuerdo la inocencia con la que te quise, como nuestro plan pasó a ser de una noche improvisada a un plan en bucle, cada atardecer de octubre.

Recuerdo la primera vez que me dijiste te quiero, que te dije que no me podías querer. Y en ese momento pensé; joder yo también siento que te quiero… ¿Por qué?

En verdad ahora que lo intento, ni siquiera recuerdo lo mucho que te llegué a querer…

¿Será que no te quise tanto como imaginaba renglones atrás?

No recuerdo el sonido de tu voz, y solo hace año y medio que la escuché por última vez suplicándome perdón. Ya no consigo recordar como me llevabas al olimpo en los multi orgasmos de nuestro hogar.

No me acuerdo del color de tus ojos al mirar, ni del sonido de tu risa.

Ni siquiera logro recordar, lo mucho que te llegué a detestar, si que recuerdo que no quería que me vinieses a buscar. Aquellas noches en el garito de mierda de la calle bailén, donde siempre acababa después de mis tardes de latineo, porque el nerviosismo recorría cada centímetro de mi piel, cuando estaba cerca de él.

Mi amigo, mi amante en nuestras idas y venidas.

El cual me enseñó de nuevo la euforia de los orgasmos, descubridor de mi placer, el deseo incalculable suspiro a suspiro, gemido a gemido.

Sus manos encendían mi cuerpo y no era cuestión de los chupitos de la barra de aquel bar. Dos cuerpos ardiendo jugando entre sudor y pasión, sin complicaciones ni explicaciones.

Y así fue, como no quise que me volvieses a poner un dedo encima nunca más. No quise volver a escuchar tus mentiras y promesas incumplidas.

No quise más ramos de flores marchitas, grafitis en la calle, no quise saber de ti por siempre jamás.

Nuestra batalla no tiene vencedores ni siquiera vencidos, solo tiene algo a lo que llaman olvido.

Mi soledad me hizo elegir el delicioso sabor de la libertad.

-Sara J Pajares-

#Locapormitutú


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