De recuerdos no se puede vivir eternamente. A veces nos cansamos de nosotros mismos y no pasa nada.
Analizamos la vida que estamos viviendo, y no nos gusta lo que está ocurriendo.
Sientes que en algún momento que desconoces te perdiste y te dejaste llevar por la pereza, la monotonía y vives una realidad que no es la que deseas en verdad.
No te invade la tristeza, pero tampoco te embriaga la ilusión y esa inmensa alegría que te hace suspirar.
Estamos viviendo tiempos muy complejos, el miedo pasó a formar parte de nuestros días, la culpabilidad por disfrutar.
Suben, bajan los contagios y nuestras vidas giran entorno a ello.
Si hay algo por lo que podemos sentirnos afortunados es de seguir aquí y recordar con amor a todos aquellos que injustamente se fueron, sin la oportunidad de recibir una despedida a la altura de lo que merecían.
Miras dos años atrás y vives de recuerdos que te hacen sentir pleno, de lo que era vivir en absoluta libertad.
Lo importante es ser consciente y volver a despertar.
Escucha esa música que te hace volar, muévete del sitio, hasta volver a tener ganas de saltar. Excítate con todo aquello que en algún momento te llegó a ilusionar.
Hay que hacer por volver a crear experiencias que al recordarlas te hagan sonreír con ganas.
Hay que dejar de mirar fotos antiguas en la galería y sacar de nuevo la cámara. De recuerdos no se puede vivir eternamente.


Poco a poco, levántate, muévete abre la puerta y sal al mundo, vuelve a sentir lo maravilloso que es vivir.
Todo lo bueno que tiene la vida, compartir tu tiempo, viajar, descubrir, experimentar.
Equivocarte y tener la oportunidad de volverlo a intentar, porque mientras haya vida, tienes en tus manos esa posibilidad. No la dejes escapar.
Vive, no te quedes con las ganas.