El chico del gimnasio

Semanas anteriores descubrimos capitulo a capitulo, la historia de la princesa desencantada con el chico del gimnasio. Aquí tenemos la historia, de principio a fin.

La imaginación nos puede cambiar la vida.

Érase una vez una princesa desencantada de las historias de amor pasadas.
No todo podía ser romance, no todo podía ser amor, llegó para ella la época del juego y la pasión.
La princesa no se conformaba con cualquier hombre que besara sus pies. No quería un torso musculado, ni un cerebro excelente, solo quería que sedujesen su mente.

Cansada de piropos baratos, palabras manchadas, mentiras, excusas y relatos, decidió usar una de las fortunas que no dejó atrás en su niñez, utilizar su imaginación como método de diversión: ver a un desconocido e imaginar cómo le gustaría que le atrapara, cómo le gustaría haber sido conquistada.

chico

Aquí empieza todo.
A ella, como bella mujer femenina, le encantaba entrenar en el gimnasio, y uno de esos días de monotonía se convirtió en un momento de diversión.

Sus sentidos le alarmaban de ese joven al que le gustaba mirar a través de un espejo…

Sus miradas se cruzaban y sus sonrisas, al coincidir con ese juego instantáneo, hacían entretenida una sesión de gimnasio. No sabían nada el uno del otro, solo eran cómplices de su presencia en aquella habitación.

Ella se retocaba sabiendo que él la podía mirar. Era una forma de expresar su sensualidad y feminidad ante aquel chico por el cual deseaba sentirse intimidada.

Aquella noche, mientras hablaba con su amiga descubrió muchas cosas de la identidad del que ya dejaría de ser un desconocido. Soñó con él, soñó que él estaba demasiado cerca de su piel.

Un día más, especial para algunos ya que aquel día en la sala de entrenamiento solo estaban los inmunes al evento nacional, lo vio aparecer. Ella cerró los ojos y suspiró.

Mientras charlaba con su monitor deportivo vio que él se acercaba. Se le cayó el guante al suelo donde ella tenía extendida su toalla y, al agacharse a por él, ella lo miró. Sus miradas se enfrentaron sin espejo protector. Él le guiñó un ojo y, por ese motivo, ella se sonrojó, volvió a su lugar y, al coger la toalla, vio un papel doblado que decía: «Eres la mayor tentación con la que me he encontrado; no quiero librarme de caer en ella».

Puesto que esto son ilusiones y la princesa desencantada dio rienda suelta a su ilusión sobre aquel chico, dejemos el final a la imaginación de cada cual…

¿A cuántas personas podemos conocer a lo largo de nuestra vida?

Las reglas han cambiado, ahora la tecnología ha superado a las caricias, a las miradas de complicidad, a reír frente a frente y no reír ante un móvil u ordenador.

La cobardía nos esconde detrás de una pantalla donde todo se puede malinterpretar por respuestas cortas y ausencia de palabras.
Estamos totalmente vigilados y viviendo la era del control.

Pero aun adaptando nuestra vida a la evolución a la que nos hemos sometido, siempre hay un mensaje que nos hace sonreír más que otro; un estado de sumisión y nerviosismo esperando las palabras adecuadas a nuestro atrevimiento, cumplido o proposición.

Dicen que todos somos iguales, pero no todas las personas pueden hacernos sentir lo mismo.

De repente, sin buscar emoción, puede suceder y aparece un ser que ilusiona con su presencia a la bella princesa, que le genera nerviosismo y tensión en cada centímetro de su cuerpo.

Todo se vuelve invisible e, inevitablemente, pierde el control sobre sí misma.

¿Qué tendrá de especial? ¿Por qué este chico y no otro?

El deseo le hace imaginarlo, fantasear escenas con él, y es capaz de soñar.

Se despierta emocionada, sonríe sin cesar (más de lo normal), los ideales adictivos la enganchan por completo a este ser.

Quizás solo por capricho tal vez no llegue a la altura del amor, pero irremediablemente sus gestos cambian si le menciona, cierra los ojos y suspira.
La pasión la envuelve si es correspondida y la melancolía la transforma si no es lo que había esperado.

Esto es una rueda donde podemos ilusionarnos una y otra vez, y aunque todos no puedan hacerle sentir esa locura irrefrenable, al menos sabe que no ha muerto en ella.

Puede suceder y volver a volar. Puede volver a imaginar y a sentirse orgullosa de la alteración de hormonas, por ser una princesa encantada de sentir emoción.

¿Y tú? ¿Ya has pensado en ese ser especial al leer estas palabras?

Toda la historia pasó de imaginación a realidad.

Inestabilidad emocional en un lugar donde todo se mueve por interés, lujuria, apariencias y dramas.

Divertirse por cada paso al avanzar, arriesgarse sin temores a las consecuencias…

Una vez más, la princesa desencantada traía un poco de emoción a un rato de monotonía.

El otoño se acercaba, pero ella vivía su primavera moral.

Ese chico del gimnasio que le hizo jugar con la imaginación pasó de imaginación a realidad.
Gracias a una trampa social, ella se dejó llevar por el atrevimiento.

Conseguir un contacto con lo que antes solo era imaginación.

Subir y bajar sin entender la actuación, bailar con las palabras teniendo en cuenta la incomprensión del compás.

Con un secreto, una historia imaginaria sin contar, ellos dos comenzaron a hablar.

Al día siguiente, tras varios juegos de palabras, decidieron verse.

Se sintió cómoda con su grata presencia, pensó en él varias veces antes de lograr dormir.

Los días pasaban y la emoción de ella aumentaba con cada palabra, con cada juego y mirada, y en su lugar de encuentro, aquella sala de entrenamiento.

Hacía demasiados años que no se sentía como una niña revolucionada, con una emoción tan fuerte que le hiciese perder el control de esa manera, que le hiciese retardar su sueño y madrugar con ilusión.
Es imposible explicar con palabras lo que ella sentía. Se erizaba su piel cada vez que él aparecía.

El roce de sus manos le hacía estremecerse, pendiente del reloj que le acercaba a su presencia, pendiente de las buenas noches o buenos días que él le llegó a regalar, de las palabras y guiños de complicidad.

Ella había sufrido demasiado y temía que él pudiera herirla; hombres que destrozaron su moralidad con infidelidades y engaños. Decidió no sufrir más, por este motivo perdió el control sobre su personalidad.

El miedo le hizo enloquecer, tener un comportamiento chulesco, caprichoso, inmaduro y desagradable como protección, de este modo, ella llegó a perder al único chico que le había hecho sentir con un simple beso una increíble sensación.

No pasaba un día en el que ella no lo recordase, alguna frase que hacía que él entrase por su mente. La princesa le hablaba en silencio a través de una red social. Ella seguía mirándolo a través de aquel cristal.
Noches de descontrol que hacían que lo tuviese más presente, y como si no fuese suficiente, ella se lo hacía saber… Estropeando aún más, si cabe, aquella caótica situación.

Una noche de fiesta con su amiga, toparon con la palabra DESTINO de frente.

Una incómoda situación le hizo de nuevo que lo recordara, lanzó una moneda al aire para que decidiese si le escribía o no. La moneda le dijo que no, pero ella desafiando a aquel destino, una vez más, lo volvió a estropear.

De camino a casa sus lágrimas caían por la vergüenza de aquella actuación. A las pocas horas, le pidió perdón.

Le llegó a reconocer brevemente su desorden moral. Se lanzó al vacío y fue un descanso mental.

Fueron pasando los meses y ella se dejaba desvestir por otro hombre que no le hacía sentir aquella revolución.

Solo eran noches de pasión. Se dejaba besar por otros labios que no le producían ni una pizca de calor.

Un día, ilusionada por una buena relación, al cruzar una calle se lo encontró y llegó a comprender que de nuevo el destino hizo que recordase a quien le hizo estremecer a su corazón.
Una tarde, después de muchos meses sin verlo, le volvió a extrañar y, escribiendo un microrrelato, deseó con fuerza volverlo a ver…

En aquel lugar de encuentro, su deseo fue concedido y él apareció en el gimnasio. Una vez más pasó de imaginación a realidad.

Hace poco tiempo la princesa llegó a pensar que aquel día que estaba viviendo. No podría regalarle nada más, y ya anocheciendo, él de repente apareció en forma de palabras.

Desde aquella noche, la última sonrisa que ella lanzaba antes de dormir llevaba impregnada su aroma.

Ella comprendió que se puede pasar de imaginación a realidad teniendo coraje para luchar.

El brillo de ojos en muchas ocasiones nos delata de forma inesperada.

Para la princesa desencantada fueron tantas canciones sin él, tantas sonrisas marchitas, tantos roces sin sabor, tantos paseos buscándole por cualquier rincón…

Ahora, no solo escucha canciones, también entiende su composición.

La princesa encantada prefiere un simple «buenos días», a unos besos de otros sin calor; prefiere dar vueltas bailando por su imaginación a mirar su móvil e ignorar todos esos mensajes que no le producen ni una chispa de emoción.

Ella sueña con poder acariciar la bella sonrisa que él posee, mientras sus ojos, la observan sorprendido por todo esto que él le hace sentir.

Le piensa y se sonroja su subconsciente por todo aquello que es capaz de imaginar que haría y que hace sin él.

Ella ya no es un monstruito. Sus sentimientos no han muerto; la existencia de él los ha hecho revivir, los ha hecho flotar fuera de este feo mundo de engaños y traición.

Sin duda alguna, él es el muso de su inspiración.

Ella, cada vez que usaba el transporte público, imaginaba que él, de repente, podría aparecer de frente.

Cuando él la escribió, ella se pellizcó y solo supo tartamudear y llorar de alegría y emoción.

Las lágrimas a veces esconden las mariposas que revolotean por nuestro interior.

Como si de un escenario se tratase, sólo él y ella en aquella habitación; el resto sólo formaba parte del decorado y de la función.

Lo vio, e inmediatamente sus miradas se detuvieron en un mismo lugar. La princesa encantada se ruborizó y su sonrisa la delató.
Ella se sonrojó cuando compartieron su primera sonrisa. Después de tanto tiempo, lo miró e inevitablemente sonrió. Él supo que la sonrisa regalada le pertenecía.

La princesa le gritó mentalmente: «Te había extrañado tanto».

Le preguntaron si aún creía en la magia. Les habló del brillo que produce él en su mirada.

Ella quisiera que, como si de un cuento se tratase, él trepase por su balcón para robarle cada noche un beso antes de dormir, un abrazo improvisado y ser la luz de su mirada; quisiera que girase en torno a sus sueños cuando le recuerda.

Ella antes de dormir siempre piensa que está a diez minutos de sus labios y de su piel.

Casualidad o no, de nuevo el destino hizo una de las suyas: paseando por aquel lugar, donde encontró aquella palabra, él apareció en el número exacto que ella lleva tatuado.

El brillo de sus ojos fue inmediato.

Siempre habrá un ser que nos haga sonreír de forma diferente a los demás. Siempre habrá un motivo que sonroje nuestros pensamientos, que nos genere la posibilidad de volar, aun teniendo los pies anclados a la mediocridad.

El roce de su piel tuvo a la princesa noches en vela.

La princesa encantada esperaba una comida con él que no sabía si iba o no a suceder.

Su corazón deseaba ese encuentro inesperado.

Finalmente sucedió: ella se retocó antes de salir de la oficina, como haría cualquier mujer femenina; él estaba allí, apoyado en la pared esperando.

Ella lo vio guapísimo cuando le localizó entre la masificación humana que envuelve la gran ciudad.

Ya en el restaurante comenzaron a charlar, y cada palabra que él decía estaba como arrancada del cerebro de la princesa. Cuánta complicidad en un lugar tan usual.

Ella solo deseaba detener el tiempo, que los minutos no pareciesen rápidos segundos deseando escapar.

¿Alguna vez has deseado que se pare el tiempo?

Disimuladamente, escribió una excusa a su jefe para alargar ese momento junto a él.

Salieron del restaurante y, paseando, él rozó el brazo de la princesa. A ella, inmediatamente, se le erizó la piel. Aún no ha conseguido olvidar aquel tacto que le provocó tanto con algo tan básico, aquel roce de su piel.

Ella volvió a su jornada laboral, pero su concentración se quedó con él. No dejaba de pensarle, de desear volver a estar junto a él, de saber más anécdotas, más historias por contar.

Andaba por la oficina, pero realmente podía flotar, aunque sus pies tocasen el suelo. Su corazón estaba por las nubes, soñando despierta con él.

Suspirando, deseando que esta vez el tiempo tomase esa velocidad inmensa de su encuentro, solo para verlo después en aquella sala de entrenamiento.

Más tarde, con una tonta excusa, se volvieron a ver.

Él hizo volver a casa a la princesa volando, sujeta por bellas mariposas que pensó que la habían abandonado.

Ella lo miraba sonrojada y divertida a la vez. Le acarició en varias ocasiones; la estimulaba reír junto a él, no podía olvidar el roce de su piel.

Era tarde y tenían que marcharse de aquel lugar. Como despedida, un dulce beso lleno de ansia una vez más por detener el tiempo.

Solo por un beso…

Él no podía entender esa manera inmadura en la que la princesa lo trata, porque no puede existir ninguna otra forma de actuar.

Le revuelve todo su ser como a una adolescente, y es un amor de esos que te hacen perder el control y el único que actúa en este caso es el corazón.

Brindando con dulces detalles, un altar para el muso de su inspiración e imaginación.

Ella no puede ser normal, ni para bien, ni para mal.

Si el comportamiento de la princesa hacia él, en algún momento lo llega a ser, significará tan solo que le habrá olvidado.

Quizás no se viva bien entre las nubes.

La princesa encantada adora esa altitud y esa pasión que él le provoca con tanta adicción.

Parece que el chico del gimnasio era imposible de olvidar.

Sabemos que todo empezó como un juego con la bendita imaginación de la princesa desencantada. Con el tiempo aprendimos que puede suceder y que la historia pasó de imaginación a realidad produciendo en la princesa brillo al mirar y que el roce de su piel erizase cada uno de sus sentidos.

Ni demasiado cerca, ni demasiado alejados, así la princesa no podía olvidar a aquel chico que le hizo estremecer cada centímetro de su piel con un simple beso, unos cafés con deseo siempre de detener el tiempo.

Ella se declaró, puso su alma en cada palabra que le dijo, soltó uno a uno sus sentimientos, él simplemente se quedó boquiabierto, y ella supo entender que todo aquello no era correspondido.

Con el paso de los meses ella puso todo su empeño en querer borrar todos sus sentimientos hacia él.

No hay besos desconocidos que te hagan olvidar la magia del sentir. Ella empezó a verse con un chico que le hacía sentir bien.

El chico del gimnasio aparecía con palabras y siempre generaba en ella ese nerviosismo diferente.

Jugueteando con los versos, él le propuso desayunar a la mañana siguiente. Ella se quedó a dormir en aquel lugar. Solo por vivir de nuevo un momento junto a él, ocultando la verdad a aquel chico con el que se veía.

Era imposible hablar de él sin que le ardiese la mirada.

Ella le dijo a su corazón que ni por un segundo recordase quién era él, que matase una a una las mariposas que inventó por y para él, pero qué locura era amar al olvido cuando no era capaz de olvidar todo aquello que le hacía sentir. La abrazaban con fuerza, la hacían sonreír, pero nada le revolvía con tantas ganas o ímpetu aquello que llegó a sentir por él.

Finalmente, ella acabó con ese chico con el que se veía, porque sabía que no podría sentir por otra persona mientras su mente y su corazón estuviesen repletos por aquel ser que le hacía perder la razón y la noción.

Juegos de palabras seguían entreteniendo sus días y afianzando su confianza más miniencuentros, siempre con las prisas, que a alguno de los dos le generaban las obligaciones diarias.

La mente de la princesa lo llamaba y él aparecía, coincidían inusualmente en el momento oportuno. Sí, el destino se cansaba de enfrentarlos, debían dejarse de juegos y empezar a buscarse por ellos mismos. Nadie hacía a la princesa temblar como él cuando aparecía de manera inesperada. El tiempo pasaba demasiado deprisa cuando estaba a su lado.

En realidad, sentía que a veces le atraía aquello imposible, aquello que no estaba a su alcance, pero otras veces dudaba que tan solo fuese el hecho de no tenerle como deseaba.

Se despertaba bailando por las mañanas, cantando sin sentido, soñándole, estaba en su mente constantemente, era como una estrella fugaz que cruzaba sin venir a cuento por el cielo de su mente.

Cuando pasaban los días y no sabía de él, soñaba que le arrancaba las ganas, y cuando su mente le gritaba, intentaba relajarla, pero él aparecía para calmarla.

Cuando le preguntaron:

—¿Te merece la pena sentir así, sin poderlo aprovechar junto a él?

Su respuesta fue sencilla:

—Me hace sentir viva, me hace saber que, en este mundo de hipocresía, él genera magia en mí, reacciones en cada poro de mi piel; me hace sonreír con ganas, me hace vivir con ilusión sobre la especialidad de la sencillez…

—¿Merece la pena sentirse así?

—Para ella, sí.
Si la princesa no sabía poner punto final era porque eran más grandes las ganas de estar con él que de perderle, y por la sensación que tenía de que él era imposible de olvidar.

Ella le contó su sueño a él: huir a otro país, empezar de cero y luchar por aquel triunfo que tanto ansiaba. Él quiso retener a la princesa y le hizo una proposición que ella no pudo rechazar.

Abrazos cargados de bienestar, complicidad, sorpresas, regalos. Ella disfrutaba sabiendo que era el motivo de que él sonriese.

Nada le generaba más placer que hacerle feliz. Provocarle mil y una sonrisas improvisadas, que él escondía públicamente, pero a ella le dedicaba en fotografías.

El equilibrio fue posible entre los dos. Él la bajaba de las nubes y ella le hacía volar. Eran el tiempo verbal, del futuro perfecto; él construía, ella luchaba por sus sueños.

Más unidos que nunca con un fin común.

Ella puso mente fría y antepuso sus sentimientos, una última oportunidad para ambos por la cual dejarse la piel. Llegar juntos a lo más alto.

Es cierto, él no era demasiado tierno. Siempre sabía cómo hacer sentir a la princesa la chica más especial del universo.

Y así fue como él le dijo a la princesa lo más bello que le habían dicho jamás. Así seguiría siendo imposible de olvidar.

Ellos llegaron a un entendimiento. Dejaron las luchas de poder a un lado para unirse con un fin que los llevaría a lo más alto.

Él le propuso a la princesa montar un negocio juntos. Para ella al principio era imposible que aquello fuese a salir bien.

No se ponían de acuerdo ni para tomar un simple café.

Él no paraba de insistir sobre aquello, y la princesa decidió arriesgar por los sentimientos que tenía hacia él, ella al principio se lo tomó como un juego.

Poco a poco aquel negocio parecía empezar a coger forma, a ser algo más que una idea al aire que ambos tenían.

Él siempre halagaba a la princesa por su fuerza e ímpetu para luchar con todas sus fuerzas por todo aquello que se proponía.

Con el tiempo ella dejó de verlo como un juego y se implicó por completo en el proyecto.

Noches sin dormir, fines de semana en casa avanzando.

Conseguir aquello que parecía un imposible para él y que siempre acababa siendo un improbable posible para ella.

Mensajes tardíos con tontunas a deshoras.
Imaginaban y soñaban con todo aquello qué iban a hacer cuando el negocio prosperase y ellos triunfaran.

Helados en Roma, queso gourmet en París. Paseos de un lado a otro por Barcelona, conocer Portugal de lado a lado y, así, un sin fin de lugares.

Planes que mencionaban una y otra vez al imaginar que aquel proyecto iba a salir bien.

Ellos estaban más unidos que nunca. Se complementaban a la perfección y él le llegó a decir a la princesa que, si todo salía bien; se tatuaría el nombre de ella.

Para ella fue lo más bonito que había escuchado jamás, pero nunca le dejaría hacer algo así, como era de esperar.

Ella siempre tenía la duda de cuál eran los sentimientos que él tenía, Ya que su comportamiento no era el de un amigo. Tampoco el de una pareja, pues físicamente no había nada entre ellos. Años atrás hubo un beso y el deseo por parar el tiempo para la princesa.

Ella pensó más de una vez parar aquello y que fuese el final. Poner freno a todo lo que estaba ocurriendo. No entendía dónde o con qué fin estaba sucediendo lo que vivían en su día a día.

El chico del gimnasio le confesó a la princesa «que cuando le habló de irse a otro país a rehacer su vida, él no pudo soportar la idea, y quería retenerla aquí como fuera.

Con los meses ella empezó a estar aturdida con aquello. Las cosas no iban como ellos esperaban en el negocio. Dependían de otras personas que no estaban dando la talla.

Un día en el que nada salió bien, en el que todo el sueño parecía haberse desmoronado, él fue al banco para abrir una cuenta conjunta y así sorprender una vez más a la princesa, que normalmente era quien tiraba siempre de él.

Ella se vio desde fuera y analizó la situación. Había sufrido mucho en años anteriores por el amor y, al aparecer él, y vivir ese amor imaginario durante años, era su forma de seguir creyendo en él, pero también de mantenerse entera porque no se estaba arriesgando a lanzarse a un precipicio con él. Realmente durante esos años todo fue un juego imaginario de amor con dos personas reales que no mantuvieron más allá de una relación de amistad extraña que nadie jamás entenderá…

Él, firme y tozudo, jamás demostró algo más allá a la princesa, así que se arriesgó a que a ella le diese un vuelco al corazón cuando vio a aquel chico sonriente con el que comenzó un romance al poco tiempo de conocerse.

Era momento de poner un final a la historia.

Ella pensó que el amor verdadero era lo que en ese momento estaba viviendo con aquel chico sonriente, y que todo lo que había vivido con el chico del gimnasio había sido una confusión de su mente.

Ella le dijo la verdad al chico del gimnasio, porque la relación con el chico sonriente se formalizó y no podía continuar con ese negocio que no estaba saliendo según lo esperado, y ambos se distanciaron.

Le pensaba y extrañaba, puesto que la complicidad que ellos tenían no la había tenido con nadie más. Ya no había mensajes diarios, pero él jamás salió del todo de su vida.

Siempre había alguna excusa para no perder del todo el contacto a pesar de la distancia de ambos.

Como en un cuento de hadas, la relación con aquel chico sonriente se convirtió en una auténtica pesadilla, y el chico del gimnasio siempre estuvo al otro lado para cuidar de la princesa desde la lejanía.

-Sara J Pajares-

#Locapormitutú

0 comentarios en “El chico del gimnasio”

  1. Es verdad que no debemos conformarnos con cuerpos o cerebros, debemos buscar aquellos que seduzcan nuestra mente! es verdad que la tecnología ha hecho que abandonemos muchas cosas que antes eran primordiales, pero las cosas cambian y mas que cambiaran! una historia que engancha de inicio a fin, le das unos giros que no sabes como acabarán las cosas!

  2. El Mundo del Nail Art

    Ohhhh,.que bonito poderlo leer de principio a fin, asi entiendo mejor la histiria porque creo que me salté alguna parte. Qué bonito es que la princesa vuelva a tener esos sentimientos y sensaciones por ese chico =)

  3. Me encanta!! He de decirte que escribes realmente bien, la historia es larga y tiene muchas partes!! Pero se me ha hecho corta!! No me esperaba un final así! ! Y por mi parte te animo a que sigas escribiendo y contando vida y corazón! ! Encantada de coner tu blog!!

  4. Qué fuerte y valiente es nuestra princesa! bravo por ella, cogió las riendas de su vida y mandó para allá a quien no le decía lo que le tenia que decir a tiempo. Espero que le vaya muy bien con su chico sonriente. Besos!!

  5. Me trae momentos a la mente jajaa, que tiempos aquellos que vivo con el que ahora es mi marido, esos nervios y los tiempos pendientes, es increíble todo lo que se vive por alguien que marca tu vida.

  6. Definitivamente todos tenemos un chico del gimnasio y uno sonriente y alguno que ha estado ahí solamente para ser de paño y poca cosa más. Y eso que hoy en día las relaciones son más complicadas que hace años, según veo 😀

  7. Palomitas para leer un libro

    Hola, me gusto mucho el relato, me gusta la reflexion que haces sobre que a veces uno quiere algo pero no siempre es lo mejor, en este caso el final es perfecto, a donde no se imagino lo encontro:3 ojala subas otro relato pronto. Saludos

  8. Me ha encantado cuando dices «Por qué este y no otro» creo que es una pregunta que en algún momento todas nos hacemos, a mí me esta pasando y ya he encontrado mil motivos para justificar esa pregunta.
    Escribes genial.. besos

  9. Me encanta lo de recurrir a la imaginación para imaginar historias como cuando eramos niñas aunque creo que esto se sigue haciendo siempre por muchos años que pasen.
    Soy incapaz de seguir la lectura de uno modo coherente porque con los gifs se me va la lista, me parto de risa y ya me he perdido… Vuelta a releer… jajaja

  10. Hola guapa! Muy chula la historia! Fíjate en toda relación, de lo que sea, amor, amistad, familia… Uno siempre tira más del otro, o se entrega más, puedes aceptar que la otra persona sea así o bien ver la realidad y si no te compensa dejarlo y buscar a otra persona. Estaré atenta a otros relatos tuyos! Un besote!

  11. Me alegro que hayas unido todo el relato en uno. Las fantasías, a veces, pueden llevar muy lejos a las personas, hasta imaginar una relación. Una historia bastante real aunque sea producto de tu imaginación. Ahora, a seguir escribiendo.

  12. Me parece una gran historia. De esas que te dejan pensando. Ella lo provoca y lo sigue provocando el cae y ella como que coge miedo jejeje con razón lleva el titulo que lleva esta historia

  13. Siempre me he sentido un poco identificada por la princesa. La veo en muchos aspectos parecida a mi y con las mismas ilusion. La historia toma un giro que no esperaba pero me ha dejado muy asombrada. ¿Te has planteado presentarte ante alguna editorial con un libro de relatos cortos? Se te da muy bien. BSS

  14. Mil gracias por habernos mostrado la historia de principio a fin, la he leído a plazos pero ha sido un placer leerla toda de tirón sobre todo para comprender algunas cosillas que se me habían quedado on the air! Deseando leer la siguiente, lo haces genial. Muaks

  15. Me gusta mucho la idea de tu historia, pero creo que es necesario trabajar más en los personajes y en lenguaje usado. Creo que si te sientas con paciencia a releerla, podrías mejorarla mucho =) …y quién sabe, tal vez termines incluso publicándola 🙂
    Nadie

  16. Me había saltado la primera frase porque me salió un anuncio debajo, y según leia pensaba «esto es un dejavú, porque me suena tooodo», algunas frases se me habían quedado grabadas. Y resulta que has juntado la historia entera…la memoria no me ha jugado una mala pasada y solo la he vuelto a leer para rememorar, pero me acordaba de todo 😉 Bss.

  17. La verdad es que no hay nada como leer la historia entera en un mismo post.
    Tu manera de escribir es muy amena, y si la historia es entretenida como esta, se hace muy fácil y agradable de leer. El final me ha gustado, no ha sido el típico final feliz, y ha sido inesperado. 🙂 ¡Un saludo!

  18. Me en sentó esta parte:

    -Me hace sentir viva, me hace saber que en este mundo de hipocresía, él genera magia en mí, reacciones en cada poro de mi piel, me hace sonreír con ganas, me hace vivir con ilusión sobre la especialidad de la sencillez…

  19. ¡Hola!
    De nuevo, gracias por compartir esta historia con nosotr@s.
    Confieso que creo que me había saltado algún capítulo, o no lo recordaba bien, así que ha sido un gusto poder releerla toda del tirón.
    Como te he comentado siempre, me enganché en la historia porque me he sentido identificada en muchos de sus puntos, y debo confesar que en parte me ha ayudado a poder ver ciertas cosas con otra perspectiva. Es decir, al tener tantas similitudes, he aprendido a leer mi vida desde fuera, lo cual me ha ayudado en ciertos aspectos.
    Un beso cielo y de nuevo, felicidades

  20. Alexander supertramp

    Gracias por regalarnos esta bellísima historia!enganchadisimo desde el principio!y el final me ah sorprendido a la vez que me ah encantado!porque es cierto que a veces nos olvidamos que puede aparecer en el momento menos esperado el poder de una sonrisa y en un instante cambiar por completo el curso de todo!enhorabuena!sigue así. 🙂

  21. Hola! vaya cuento de hadas ;)… no tiene desperdicio. A la princesa se le fue un poco la cabeza y el «principe» no supo definir lo que sentía y lo que no. Muy buena historia, con moraleja y enseñanzas sobre el amor y la vida. Pro cierto que hay gifs que son muy graciosos. Gracias por la recopilación. Besos!!

  22. Hola guapa!!
    Me encanta leer tu blog, escribes tan bien y se hace tan amena la historia, me da penita el final pero bueno así se hace mas veridico porque siempre es dificil que las parejas queden juntas y coman perdices, me ha gustado mucho.
    Un beso!

  23. Hola bonita!!!
    Me a enencantado,no me esperaba el final…
    Pensaba que se hiba a quedar con el chico,y mucho menos que era imaginación de ella.
    Nunca dejes de escribir,aquí tienes una seguidora,un besito preciosa!!

  24. Veo que ya ha termindo y que todo eran cosas de la chica. Cosas que se imaginaba en su cabeza al ver aquel chico del gimnasio. Ha estado bien la historia. Siempre ha habido un poco de identificación con lo que escribes.
    No dejes de hacerlo. Ya sabes que me gusta 🙂

    1. Muchas gracias por tus palabras, ella se montó el peliculón de su vida, él jamás se supo que sintió verdaderamente por ella. Pero lo único que era imaginación fue la primera parte cuando ellos no tenían contacto el resto fue surgiendo como está contado.

Me encantaría saber tu opinión... ¿Comentamos?

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