No tengo fuerzas para rendirme, la lucha es parte de mi naturaleza.
Aprendí hace muchos años a curarme las heridas, a salir adelante, a salvarme y coger impulso cuando me hundía, a sonreír cuando las cosas parecían complicarse. Aprendí que era más bonito sonreír, incluso cuando sufría.
Rendirme, para mí no es una opción.
No podemos salvar aquello que nos arrastra, no podemos salvar a quien no quiere ser salvado. Cada uno tiene que ser su propio super héroe y luchar con lo que le hace daño.
He aprendido a que yo no tengo el don de sanar el dolor ajeno, no tengo antídotos mágicos que curen el malestar y no me puedo culpar por ello. Cada cual, libra sus propias batallas cada día y no puedo hacerlas todas mías.
Algunas personas prefieren mirar a otro lado, conformarse a pesar de no sentir felicidad. Simplemente, hay que respetarlo.
Con valentía no se nace, te lo va enseñando la vida.
No tengo fuerzas para rendirme. Las experiencias que he vivido, me han dado el coraje de echarle valor a la vida y pelear por mis sueños hasta que se convierten en realidades.
Solo conseguirás, aquello por lo que estés dispuesto a luchar. Si te quedas sentado esperando, te podrás cansar. Sal a buscar aquello que te motiva.
No pienso conformarme con no vivir una vida apasionante. Quizá con el tiempo esa pasión se pierde, pero me niego a inhalar rutina. Solo me rindo ante aquello que no me causa felicidad.
La ilusión no me agota, me resulta excitante, me alegra los días y la vida me parece un lugar emocionante.
A pesar de los altibajos, mi lucha día a día es por las ganas de tener la oportunidad de vivir el siguiente.
No pienso rendirme jamás, aun hay mucho por lo que luchar, mientras tengamos la suerte de seguir aquí, todo podrá ser posible si ves más allá y sacas a tu valentía a pasear.
¿Y tú, aprenderás a sonreír ante la adversidad?
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